Todo empezó en Clermont-Ferrand, en el centro de Francia. En el año 1889, los hermanos Michelin para apoyar el desarrollo de la industria del automóvil y el desarrollo del grupo Michelin, decidieron proporcionar a los automovilistas una pequeña guía que facilitase el viaje. Así surgió la famosa guía MICHELIN, cuya primera edición apareció en Francia, en agosto de 1900. En su prefacio, André Michelin escribió: “Esta obra aparece con el siglo y durará tanto como él”. La guía incluía un gran número de informaciones prácticas: mapas, instrucciones para cambiar una rueda, dónde repostar y, afortunadamente para el viajero que necesitara reponerse de las aventuras del día, un listado de lugares en los que poder comer o alojarse.
En la guía de 1923 apareció la rúbrica “Hoteles y restaurantes recomendados. Era la primera vez que se citaban restaurantes independientes pues, hasta entonces, solo se mencionaban restaurantes de hotel.
Conscientes del creciente interés que suscitaba la sección de restaurantes de la guía, los hermanos Michelin reclutaron un equipo de misteriosos comensales, quienes hoy en día se conocen como «inspectores», para que visitaran y valoraran de forma anónima los restaurantes.
En 1926, la guía comenzó a valorar con estrellas la calidad de los establecimientos de restauración y en 1931 se estableció la jerarquía de una, dos y tres estrellas y en 1936 se publicaron los criterios aplicados para la concesión de dichos galardones.
La guía MICHELIN ha superado el siglo XX y se ha convertido en el referente mundial en gastronomía, gracias a su compromiso constante con los lectores y a su riguroso proceso de selección, que es aplicado en todo el mundo de manera independiente y que aplican los mismos métodos de trabajo en todo el mundo.